
Durante esta Semana Santa, nuestra comunidad educativa vivió una experiencia profundamente significativa que nos invitó a conectarnos con los valores más esenciales de nuestra fe: la humildad, la solidaridad, la entrega, la esperanza y la alegría de la Resurrección. A lo largo de estos días, cada actividad celebrada en el colegio se transformó en un momento de encuentro con Dios, con los demás y con nosotros mismos.
Iniciamos esta semana especial con la conmemoración del Domingo de Ramos, una celebración que recuerda la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén, recibido con palmas y cantos de alegría por el pueblo. Nuestros estudiantes, docentes y familias participaron de una emotiva representación que recreó este momento bíblico con respeto, entusiasmo y una profunda espiritualidad. Los ramos fueron bendecidos y alzados con fe por toda la comunidad, como símbolo de unidad, renovación interior y esperanza. Fue una jornada que nos preparó para vivir con el corazón abierto los misterios que íbamos a contemplar durante toda la Semana Santa.






A medida que avanzaban los días, el colegio se convirtió en un espacio de fraternidad activa y concreta, donde el amor al prójimo se expresó en gestos solidarios. En el marco de la Campaña de Cuaresma, organizamos una recolección de alimentos no perecibles y cajas solidarias destinadas a ayudar a familias de escasos recursos. Cada aporte, por pequeño que pareciera, fue un acto de generosidad que reflejó el compromiso y la sensibilidad de nuestra comunidad ante las necesidades del otro. En paralelo, se realizó una significativa ceremonia del lavado de pies, en la que se recordó el gesto de Jesús hacia sus discípulos. Esta actividad simbólica nos permitió reflexionar sobre el valor de la humildad, el servicio desinteresado y el amor fraterno, recordándonos que todos somos iguales ante Dios y llamados a servir con sencillez y entrega.







El Viernes Santo nos reunió en un clima de silencio y recogimiento para recordar uno de los momentos más sagrados y conmovedores de nuestra fe: la pasión y muerte de Jesucristo. A través de un emotivo recorrido por las estaciones del Vía Crucis, acompañados de oraciones, cantos y profundas reflexiones, revivimos el camino de Jesús hacia el Calvario. Cada estación representó una oportunidad para meditar sobre el sufrimiento, el sacrificio y la infinita misericordia de aquel que dio su vida por amor a la humanidad. Los estudiantes participaron activamente en la representación de cada momento, involucrándose no solo desde lo escénico, sino también desde lo espiritual. Fue una experiencia conmovedora que dejó huella en quienes la vivieron, uniendo a la comunidad en torno al misterio del dolor redentor y la esperanza de la salvación.
Finalmente, el colegio se llenó de alegría y luz al celebrar la Resurrección de Cristo, evento central de nuestra fe. Esta jornada, llena de música, color y entusiasmo, se vivió como una verdadera fiesta de esperanza. Al ritmo contagioso de la batucada, los pasillos y patios se llenaron de vida, y los rostros de los estudiantes irradiaban felicidad y emoción. La Resurrección no solo fue celebrada como un hecho histórico, sino como una invitación a vivir una vida nueva, animada por la luz de Cristo que ilumina nuestros caminos y fortalece nuestro espíritu. Compartimos cantos, mensajes de alegría y reflexiones que nos impulsan a seguir caminando con fe, recordando que, incluso después del dolor, siempre llega la luz de la vida nueva.





